Rocío Lobato

Rocío Lobato

Mujeres de la Tierra: Resistencia, cocina y esperanza desde Milpa Alta
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Cuerno Nueva York

En las faldas de Milpa Alta, entre maizales, saberes ancestrales y una ciudad que a veces parece olvidar sus raíces, nació una organización que hoy resuena con fuerza: Mujeres de la Tierra. Una colectiva de mujeres indígenas, popolucas y nahuas, que decidió transformar la desesperación en un movimiento de resistencia y orgullo.

El año 2020, marcado por la pandemia, fue también el inicio de su historia. La pérdida de empleos, la imposibilidad de acceder a home office y el encierro forzado frente a dinámicas de violencia doméstica empujaron a estas mujeres a organizarse. “No teníamos ni un peso en la bolsa para comer”, recuerda Chío, integrante de la colectiva. Fue entonces cuando encontraron refugio en lo más esencial: la cocina y la tierra.

Lejos de ser un espacio impuesto por roles de género, la cocina se convirtió en un lugar de juntanza, acompañamiento y sanación. Ahí, entre fogones y tortillas recién hechas, compartieron no solo recetas y cultivos, sino también historias, estrategias de resistencia y caminos para salir de la violencia. 

Rocío Lobato

Hoy, Mujeres de la Tierra se sostiene sobre dos pilares claros: la autonomía económica, que nace de la venta de los alimentos que ellas mismas cultivan y cocinan, y la sanación comunitaria, construida a través de redes de apoyo que ellas llaman “comunidades afectivas”. Estos vínculos priorizan lo humano y lo solidario por encima de la clientela o, buscando relaciones reales con quienes las acompañan.

En su lucha, la alimentación ocupa un lugar central. “Comer no es llenarnos, es nutrirnos”, insisten. Para ellas, cocinar y cultivar no solo responde a una necesidad básica, sino que es un acto político frente a un sistema que impone la comida rápida y procesada. Por eso crearon la Escuelita de la Tierra, un proyecto educativo que busca enseñar a niñas y niños, pero también a adultos, a sembrar, cocinar y reconectar con el acto de alimentarse desde el respeto a los sentidos y al entorno. 

El mensaje está vivo: si no enseñamos a las nuevas generaciones a cuidar el agua, a defender el monte, a entender que la tierra es la fuente de la vida, entonces el futuro será cada vez más precario, atrapado en vales de despensa y alimentos industrializados. La resistencia campesina es también una forma de salvarnos colectivamente.

Consciente de que la expansión es necesaria, Mujeres de la Tierra impulsa ahora la Red de Tortillerías Autónomas Itinerantes, un proyecto que busca mover el maíz nativo a distintos puntos de la Ciudad de México. No se trata únicamente de vender tortillas, sino de generar encuentros donde se explique la riqueza de los maíces, su diversidad y su importancia para la identidad mexicana. La tortilla, resignificada, se vuelve entonces un estandarte de soberanía alimentaria y de comunidad.

Aunque las integrantes reconocen la utilidad de herramientas digitales como las redes sociales, insisten en no perder la humanidad en los procesos. “Nos negamos a que todo lo conteste un bot o un mensaje automático”, dicen, defendiendo la importancia de responder de manera personal. 

Mujeres de la Tierra no solo producen alimentos; producen esperanza, vínculos y un futuro más justo. Sus proyectos educativos, productivos y organizativos demuestran que otra forma de habitar el mundo es posible. En un país donde la violencia y la desigualdad marcan el día a día, su invitación es clara: apoyar, difundir y sumarse para que la comida que nutre y las voces que transforman tengan el espacio que merecen en la ciudad.

Síguelas y apóyalas:
Instagram: @mujer_esdelatierra
Facebook: Mujeres de la Tierra Mujeres de la Periferia
WhatsApp: 55 7216 4719

https://www.isaacwork.com/

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