Erik Hayser

El arte de habitar el tiempo
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Por más de dos décadas, Erik Hayser ha habitado múltiples vidas. Ha sido mensajero en una obra cervantina, político en el ojo del huracán, amante en conflicto, villano y héroe. Pero cuando habla de sí mismo, lo hace con una claridad que deja atrás cualquier personaje: “Soy lo que soy”, dice, con la serenidad de quien ha aprendido a no temerle a la transparencia.

Esa frase —tan sencilla y tan poderosa— resume su filosofía. No hay máscaras ni adornos, solo un actor que ha aprendido a mirar de frente lo que es y lo que ha construido. “Mi carrera no está hecha solo de los proyectos en los que he participado, sino también de todas las veces que he dicho que no”, confiesa. Esas negativas, dice, han sido tan importantes como los aciertos, porque lo han mantenido fiel a su voz, a su manera de contar historias, a su necesidad de ser congruente entre lo que piensa, siente y hace.

Para Hayser, la actuación nunca fue una vía de escape, sino un camino hacia sí mismo. “Desde el inicio me tentaba mucho habitar la piel de otras personas, ponerme en lugares donde jamás estaría. La actuación es un viaje de autoconocimiento increíble.” Y quizá por eso sus personajes lo han elegido tanto como él a ellos. Cada uno —desde el mensajero que entregaba una carta en su primer montaje teatral hasta el oscuro Diego de El Octavo Mandamiento ha llegado en el momento exacto, con la lección precisa. “Cuando miro hacia atrás, entiendo perfectamente por qué llegó cada personaje a mi vida y qué tenía que aprender de él.”

Erik Hayser

Hay una serenidad en su manera de hablar del pasado, pero también una chispa viva cuando mira hacia adelante. Porque si algo lo define, además de la coherencia, es la disposición constante a reinventarse. “Siempre estoy dispuesto a jugar, a probar algo nuevo. Antes era muy idealista, hoy me considero más un aventurero”, dice entre risas. Esa curiosidad, más que una estrategia, se ha convertido en una filosofía de vida: mantenerse abierto a lo inesperado, a los cambios, a los nuevos lenguajes que transforman la manera en que se cuentan historias.

Más allá de los cámaras, hay una faceta que le da equilibrio: la de su vida personal. Hoy, más que nunca, Erik valora el silencio, la privacidad, los momentos que nadie ve. “He encontrado un gran tesoro en eso que no se publica, en lo que solo pertenece a mi familia. Disfruto mucho pasar tiempo con mi hijo, con Fer, con la gente que amo. Mi gran tesoro es mi vida lejos del foco público.”

Su proceso creativo también ha cambiado con el tiempo. Hoy encuentra inspiración en los lugares más cotidianos. “Antes buscaba el espacio perfecto para crear; ahora lo encuentro en cualquier sitio, incluso en un café lleno de ruido. Ya no necesito tanto afuera, busco adentro. La experiencia también te da eso: la capacidad de construir desde el presente.”

Esa madurez, dice, no solo ha transformado su forma de actuar, sino su manera de disfrutar. “Ya no tengo el mismo tiempo para preparar mis personajes, pero ahora ellos tienen 23 años de carrera. Y eso cambia todo. Llego más profundo, disfruto más. No solo mi trabajo, también la vida.”

Actualmente, Erik escribe y produce. “Desde 2007 he estado escribiendo teatro y produciendo cine. Cuando no me veo reflejado en las historias que me llegan, prefiero crear las mías. Estoy desarrollando dos películas y dos obras de teatro que quiero montar desde hace tiempo.” Su inquietud no descansa: sigue buscando nuevas formas de decir lo que piensa, de retratar la esencia humana con la que siempre ha estado tan conectado.

Cuando se le pregunta qué espera del futuro, su respuesta se aleja de la ambición y se acerca al agradecimiento. “Quiero tiempo”, dice, con una sonrisa tranquila. “Tiempo para disfrutar a mi familia, para ver crecer a mi hijo, para seguir aprendiendo de la vida a través de sus ojos. Tiempo para compartir con mis padres, con mis seres queridos. Y seguir siendo congruente con lo que soy, con esa voz interna que me empuja a no dejar de soñar.”

En un mundo que gira cada vez más rápido, donde la inmediatez parece ser la regla, Erik Hayser elige la pausa. Su historia es una invitación a mirar hacia adentro, a entender que la reinvención no siempre implica velocidad, sino profundidad. Que el verdadero arte en la vida y en la actuación, está en atreverse a ser, no a parecer, Erik Hayser sigue haciendo lo que mejor sabe: habitar la vida con autenticidad.

Corrección y Estilo por Maryfer Jacobo 

Editor en Jefe Johny Lopez @bienfufurufo 

Fotografía Mayra Carreño @mayracarreno

Director Creativo & de Moda Edu Espejo @edu.espejo 

Grooming Alana Melina @alanamelina 

Arte Adriana Luna @adrivluna 

Locación Blanco Studio @blancostudio__